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LOMCE. Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa
La educación es la clave de esta transformación mediante la formación de personas acti-
vas con autoconfianza, curiosas, emprendedoras e innovadoras, deseosas de participar en
la sociedad a la que pertenecen, de crear valor individual y colectivo, capaces de asumir
como propio el valor del equilibrio entre el esfuerzo y la recompensa. El sistema educa-
tivo debe posibilitar tanto el aprendizaje de cosas distintas como la enseñanza de manera
diferente, para poder satisfacer a unos alumnos y alumnas, que han ido cambiando con la
sociedad.
Las habilidades cognitivas, siendo imprescindibles, no son suficientes; es necesario ad-
quirir desde edades tempranas competencias transversales, como el pensamiento crítico,
la gestión de la diversidad, la creatividad o la capacidad de comunicar, y actitudes clave
como la confianza individual, el entusiasmo, la constancia y la aceptación del cambio.
La educación inicial es cada vez más determinante por cuanto hoy en día el proceso de
aprendizaje no se termina en el sistema educativo, sino que se proyecta a lo largo de toda
la vida de la persona.
Necesitamos propiciar las condiciones que permitan el oportuno cambio metodológico, de
forma que el alumnado sea un elemento activo en el proceso de aprendizaje. Los alumnos
y alumnas actuales han cambiado radicalmente en relación con los de hace una genera-
ción. La globalización y el impacto de las nuevas tecnologías hacen que sea distinta su
manera de aprender, de comunicarse, de concentrar su atención o de abordar una tarea.
Se hace necesario generar la convicción de que el sistema educativo recompensa de mane-
ra transparente y equitativa el rendimiento que se logre en los objetivos educativos, y que
reconoce especialmente su contribución a la mejora del entorno.
Prácticamente todos los países desarrollados se encuentran en la actualidad, o se han en-
contrado en los últimos años, inmersos en procesos de transformación de sus sistemas
educativos. Las transformaciones sociales inherentes a un mundo más global, abierto e
interconectado, como éste en el que vivimos, han hecho recapacitar a los distintos países
sobre la necesidad de cambios normativos y programáticos de mayor o menor envergadu-
ra para adecuar sus sistemas educativos a las nuevas exigencias.
En el ámbito europeo podemos citar a Finlandia, Suecia, Alemania, Austria, Francia, Ita-
lia, Dinamarca, Polonia, Hungría y Reino Unido como ejemplos de países cuyos sistemas
educativos están en revisión. Fuera del ámbito europeo Brasil, Singapur, Japón, China
(Shanghai), Canadá (Ontario), República de Corea o EEUU también están inmersos en
procesos de mejora de la educación, con cambios regulatorios y planificaciones a medio
y largo plazo.