LOMCE. Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa
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V
La finalización de un ciclo económico expansivo y sus inevitables consecuencias pre-
supuestarias no pueden ser una coartada para eludir las necesarias reformas de nuestro
sistema educativo. El costo de no asumir estas responsabilidades no sería otro que el de
ver aumentar la exclusión social y el deterioro de la competitividad.
Desde la transición a la democracia, España ha alcanzado unas tasas de escolarización prác-
ticamente del 100% desde los 3 años y ha desarrollado los instrumentos necesarios para
garantizar unos niveles mínimos de educación al cubrir las necesidades básicas de los es-
tudiantes y asegurar, para el conjunto de los centros docentes, unos niveles mínimos de
calidad mediante el establecimiento de criterios de uniformidad. Debemos pues considerar
como un logro de las últimas décadas la universalización de la educación, así como la edu-
cación inclusiva.
Las diferencias entre los alumnos y alumnas de un mismo centro y entre los distintos
centros indican que tenemos un sistema educativo más homogéneo que la media, lo que se
traduce en un índice de equidad superior a la media de la OCDE.
Sin embargo, el sistema actual no permite progresar hacia una mejora de la calidad educa-
tiva, como ponen en evidencia los resultados obtenidos por los alumnos y alumnas en las
pruebas de evaluación internacionales como PISA (Programme for International Student
Assessment), las elevadas tasas de abandono temprano de la educación y la formación, y
el reducido número de estudiantes que alcanza la excelencia. La objetividad de los estu-
dios comparativos internacionales, que reflejan como mínimo el estancamiento del siste-
ma, llevan a la conclusión de que es necesaria una reforma del sistema educativo que huya
de los debates ideológicos que han dificultado el avance en los últimos años. Es necesaria
una reforma sensata, práctica, que permita desarrollar al máximo el potencial de cada
alumno o alumna.
Los resultados de 2011, difundidos por EUROSTAT (Statistical Office of the European
Communities) en relación con los indicadores educativos de la Estrategia Europa 2020,
destacan con claridad el abandono educativo temprano como una de las debilidades del
sistema educativo español, al situar la tasa de abandono en el 26,5% en 2011, con tenden-
cia al descenso pero muy lejos del valor medio europeo actual (13,5%) y del objetivo del
10% fijado para 2020.
Por otra parte, el Informe PISA 2009 arroja unos resultados para España que ponen de
relieve el nivel insuficiente obtenido en comprensión lectora, competencia matemática y
competencia científica, muy alejado del promedio de los países de la OCDE.
La Estrategia de la Unión Europea para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador
ha establecido para el horizonte 2020 cinco ambiciosos objetivos en materia de empleo,
innovación, educación, integración social, así como clima y energía y ha cuantificado los